sábado, 11 de abril de 2015

De fallo en fallo voy (aprendiendo a veces)

Si hay una cosa que Jordi Martí (@xarxatic) hace bastante bien es predicar con el ejemplo. Como no tiene nada que vender -incluso retiró la publicidad de su blog- y poco de lo que presumir, ha aprendido a ser un cronista del aula bastante fiable. Hoy me ha tocado la fibra especialmente porque ha llegado su texto en un momento sensible, de esos en los que estamos particularmente permeables a según qué cosas.

El próximo fin de semana me desplazo a Córdoba a participar en el encuentro de profesores #EABE15 y, sin saber bien cómo me he lanzado a semejante imprudencia, voy a compartir con los que me quieran escuchar algunas cosas de las que se me ocurre hacer con los alumnos. Y estoy nervioso e ilusionado a un tiempo. Hablar delante de personas que seguro que saben más que yo de todo lo relativo a nuestra tarea como docentes no es algo que haga con frecuencia. No me quita el sueño pero casi.



En realidad lo que quiero hacer, si es al final técnicamente posible, es que lo contemos entre los alumnos y yo, para que el relato no sólo sea más creíble sino también más real. Digo técnicamente posible porque es el formato de videoconferencia grabada el que he elegido para ello, por creer que tiene interesantes aplicaciones docentes y porque no resido donde trabajo, a lo que se suma que llevo unas semanas sin asistir a clase por estar disfrutando del permiso sustitutivo de lactancia.

El asunto es que tiene uno siempre la tentación de maquillar lo que hace en el aula para darle un cierto brillo que tal vez no tenga. Y cuando se dispone a contarlo la tentación es aún mayor porque ¿a quién se le ocurre ir a un encuentro de profesores a decir que lo que hace, por muy novedoso que sea, es una "patata pinchá en un palo"? La realidad es que ni una cosa ni la otra. No es brillante aunque a veces salga bien. No es una catástrofe aunque a veces se le acerque. 

De alguna manera necesitaba esa descripción del fracaso educativo de Jordi (del fracaso de una de sus propuestas) para que lo que cuente en Córdoba el próximo fin de semana, más o menos novedoso, más o menos exitoso, haga justicia a lo que realmente ocurre en mis clases, a lo que realmente les ocurre a mis alumnos.

Por cierto, cuando pedí voluntarios para participar en la experiencia creí que casi tendría que rogarles para que me echaran una mano. Pero para mi sorpresa casi la mitad de la clase ha querido participar. Algunos de ellos celebrarán cómo estamos trabajando. Otros, todo lo contrario. Están en su derecho. Su opiniones serán propias, me gusten más o me gusten menos. Lo que no se me pasa por alto es que no temen una mala nota, no se sienten examinados, no se enfrentan a ello temiendo ser juzgados por el que presuntamente tiene todo el poder sobre su destino escolar. Les doy las gracias.

No sé si me atreveré a contar el resultado.

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